Trabajar Bien no es lo mismo que Trabajar Mucho
A menudo escucho que Fulanito o Menganito trabajan bien, que trabajan mucho, y se consideran esas dos situaciones como similares, pero esa es una percepción errónea.
Por ejemplo, imaginen que Marcelo tiene una fábrica de sándwiches, riquísimos, todo de muy buena calidad y le va muy bien. Pero Marcelo, trabaja full full, literalmente todo el día.
A él le encanta que sus clientes se sientan mas saludables gracias a sus sándwiches, pero la verdad es que el que no se siente tan saludable es él…
¡Cada noche se despierta sobresaltado creyendo que un gran tomate rojo o un gigante pan lo están persiguiendo!
Encima, se está por inaugurar un gimnasio al lado de su local, esto le va a traer nuevos clientes, evidentemente trabajar mas horas en breve lo convertirá en una persona agotada y desbordada. ¿Pero… qué opción le queda?
Es innegable que conducir una empresa requiere mucho esfuerzo, sin embargo, largas jornadas y acumulación de tareas llevan al agotamiento. Trabajar más horas no es necesariamente el mejor camino para alcanzar los objetivos, eso te vuelve ineficaz y agota tus energías. En lugar de eso, lo que hay que hacer es trabajar bien, ello supone encontrar la forma de administrar tus tareas (y las de tu equipo o colaboradores) de manera eficiente.
Aunque no hay una sola forma y hay que probar qué funciona mejor en tu equipo / empresa, hay acciones y lineamientos generales que son indispensables.
El primer paso es ordenarse y organizarse. Así todo será más fácil de encontrar, dedicaras menos tiempo a buscar cosas y más tiempo al trabajo importante.
Otra acción por tomar es crear un cronograma que te brinde una visión de conjunto del trabajo a realizar y que indique qué tiempo te llevará cada tarea.
También podemos ahorrar tiempo y esfuerzo creando procesos estandarizados.
Buscar la forma más eficaz de hacer una tarea y luego usarla como patrón para el equipo en el futuro. Documentar esos procesos y compartirlos es fundamental, esto evitará que todos empiecen de cero cada vez que hagan algo.
Todo esto hay que realizarlo en lenguaje uniforme que reduce la posibilidad de confusiones y ahorra el tiempo que se perdería en aclararlas. Si hablamos de modo consistente, la gente entenderá rápidamente qué decimos y qué le pedimos.
Por último, usemos los recursos de nuestro alrededor y no concentremos más tareas de las que podemos realizar.
No es necesario ser genial en todo lo que necesita tu empresa. Nos acordemos de Marcelito; él es muy bueno elaborando sándwiches, pero puede no serlo en logística y finanzas. Entonces, puede usar recursos externos para eso.
Todas estos pequeños cambios y buenas prácticas que podemos volver hábitos contribuyen día a día a un mejor y eficaz trabajo, más inteligente y gestionado con Bienestar.
El siguiente aforismo del escritor francés Marcel Proust se relaciona maravillosamente con esto:
"Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia"